martes, 11 de agosto de 2009

Su sistema podría estar en peligro.(Cuarta Parte) II

18 de Septiembre de 2008
15:45 PM

Fernando y la muchacha llegaron a la puerta de la casa.
-Vamos- le dijo ella.-Toca el timbre y terminemos con esto de una vez
Fernando le habló por sobre el hombro, sin girar totalmente la cabeza
-¿no podríamos llegar a algun tipo de acuerdo? ya que fuiste tu la que llegó con toda la información, lo más justo sería que te llevases una parte...- pero la chica le golpeó la espalda con la punta de la pistola.
-No seas idiota, Fernando. No es mi intención hacerme de millones con todo esto, sino justamente evitar que ocurra. No tienes idea de lo que acabas de hacer...-.

Fernando abrió la boca para decir algo, pero lo dejó. No había forma de razonar con aquella chica; sin embargo, no podía dispararle y matarlo ahi mismo. Si lo hacía, nunca recuperaría lo que le había entregado a don Augusto, y si el viejo quería hacer el negocio lo podia hacer igual. Tenía el capital inicial apenas cobrase el cheque dos días después. Por lo tanto, en la mente de Fernando, comenzó a elaborarse un plan de salida de aquella situación.

-Espera un segundo, chica- le dijo a la muchacha- voy a llamarlo por telefono mejor; no podemos irrumpir en su casa, tu con una pistola y todo. Está toda su familia, hay niños jugando en el patio. Lo voy a llamar para que salga en silencio con todo lo que le di, y lo esperamos un poco más alla. Tengo mi automovil estacionado a un par de cuadras de aqui... podemos ir para alla. ¿Que opinas?- Fernando terminó de decirle, tratando de mirarla a los ojos para darle confianza.

La muchacha dudó. No sabía que responder a eso, porque no tenía nada planificado. Solamente sabía que debía recuperar todo lo que don Augusto tenía, pero ¿Cuál era la forma correcta? Si bien ya estaba improvisando sobre la marcha, y tenía una pistola sin balas, la situación se estaba tornando bastante irreal, tan lejana... ¿Sería aquel el momento, el punto de inflexión de la historia, donde todo iba a cambiar? ¿ o ya había cambiado desde el momento en que se había presentado en la puerta de la oficina de Federico Hernandez?. Despejó su mente de aquellas ideas, y decidió apelar a su sentido común.

-Está bien- le respondió a Fernando.- Volvamos a tu auto y esperamos a Balmaceda ahi. Pero llamalo en este instante, si no quieres que te atraviese el cráneo con una bala.

Fernando le sonrió, sacando un telefono celular de su bolsillo. Marcó un número mientras caminaban, y luego comenzó a hablar
-Si, don Augusto, soy yo nuevamente...creo que despues de todo tiene razón. Me precipité con la propuesta que le hice, y le pido disculpas por haber irrumpido asi en su casa, con su familia....- hizo una pausa, escuchando al otro lado de la linea mientras asentía con la cabeza.- Ahá..si, si, tiene razón... okey, mire le parece que nos juntemos en unos minutos más y me entrega todos los documentos...si, claro, como usted diga. A una cuadra hacia el norte de su casa. ok, hasta pronto.- y Fernando cortó la comunicación. Miró a la muchacha, todavía con una sonrisa.
-EStá todo listo. Espero que estés contenta.- le dijo
-Si, claro, lo que sea.- respondió ella, jugando con la pistola escondida en su pantalón.

Siguieron caminando unos minutos más, los dos en silencio y el fila india, hasta que llegaron al automovil de Fernando.
-Ahora solo nos resta esperar.- dijo él, al momento que sacaba las llaves del bolsillo. Desactivó la alarma del vehículo, y la muchacha se aproximó.
-Espera- dijo. Algo no estaba bien...había algo en la situación que no cuadraba del todo. Una pequeña voz de alerta se encendió en lo profundo de su cabeza ¿qué era? no podía precisarlo con exactitud. La llamada había sido precisa. ¿No había resultado demasiado bien?. Por experiencia, la muchacha tendía a recelar de todo; y justamente ahora, la situación estaba tornandose demasiado favorable. Asi que tenía que desconfiar. El rompecabezas parecía estar armandose en su mente.
-Espera-repitió.-no entres todavía al vehiculo. Me voy a dar la vuelta, por la puerta del pasajero, y vamos a entrar lentamente. Los dos.
-Como quieras-dijo Fernando, con un tono un tanto nervioso, al tiempo que miraba hacia los dos lados de la calle.
"¿Por qué esta mirando la calle, si Balmaceda probablemente venga caminando?" se preguntó la muchacha.
Y ahí ocurrió.
En su cabeza se armaron las piezas, le quedó claro en un instante lo que estaba ocurriendo. Y si hubiese estado sola, probablemente habría pensado que el sonido correspondía a sus pensamientos poniendose en orden. Pero no.
Era un chirrido de ruedas. Un motor acelerando. Venía un automovil a toda velocidad hacia ellos.
Girando por la esquina, apareció un viejo vehiculo. La muchacha se paralizó al verlo tan cerca, pero atinó a moverse algunos centímetros.
El parachoque impactó en su pierna derecha por un lado, y escuchó como explotaba el vidrio de la puerta derecha del vehiculo de Fernando. Se sintió volar y luego azotó su cabeza contra el pavimento.
Las voces se hicieron lejanas. Fenando balbuceaba algo, sin que llegara a entenderlo. La llamada. Había sido precisa, pero no para lo que ella quería.
El automovil echó marcha atrás, y Fernando se subió por la puerta de pasajeros. La muchacha alcanzó a levantar la vista, para que sus ojos le entregaran la imagen de quien mierda la había atropellado de aquella forma.

Federico Hernandez estaba al volante.
Con los ojos abiertos como plato.
Ella trató de decir algo, pero las fuerzas no la acompañaban. Pronto se fundió en negro.




Fernando continuaba gritando, pero Federico estaba congelado.
-Acelera, mierda!!! acelera, que esa puta tiene una pistola!!!

Parpadeó, y por inercia apretó al acelerador.
-¿Que...Fernando...que..que mierda...- no podía hablar con claridad. Mantenía el acelerador apretado, los musculos tensos. El día se le hacía más brillante que de costumbre; pronto perdería el conocimiento, si no se detenían.
Avanzaron durante varios minutos por la avenida principal, sin disminuir la velocidad. Cuando llegaron a la entrada de la autopista, Fernando accionó el freno de manos, provocando que el automovil patinara varios metros.
-Federico, escuchame....- le decía, pero Federico estaba totalmente ausente
-La maté, la maté, la maté....-repetía.
-No, no la mataste. a lo más le quebraste una pierna pero eso es todo. Lo importante es que nos movamos rápido, si queremos hacer las cosas bien-.

Fernando cambió de asiento con su amigo, y se puso al volante. Minutos después conducía por la autopista, en dirección hacia su hogar.
Federico estaba encogido en el asiento del copiloto. Miró a su amigo
-Fernando..¿qué hemos hecho?- le preguntó, en un hilo de voz.
-Nada malo, hombre...solamente estamos protegiendo nuestros intereses. Ya vas a ver como todo esto va a cambiar, y ahi vamos a estar los dos para recoger las ganancias.
-Pero Fernando, ¿no es precisamente esto lo que la chica esa me decía que no tenía que hacer?
-Esa puta te dio los detalles precisos para hacerte millonario, amigo-
-No, no era eso...era justamente lo que no teníamos que hacer para evitar algo que va a ocurrir...y ella le atinó a todo lo que me dijo. El accidente, la información; eran datos precisos. ¿Estas seguro que estamos haciendo bien las cosas?
-No hombre, no estoy seguro. Pero no se me ocurre otra manera. Augusto Balmaceda me va a llamar en algunas horas más, y vamos a cerrar un negocio, si todo marcha como queremos. ¿Quien va a salir perjudicado? dime tu, amigo.
Federico permaneció en silencio el resto del viaje. Cuarenta minutos después, estaban estacionandose en el patio delantero de la casa de Fernando. Se bajaron lentamente, como si los pies les pesaran toneladas.
Entraron a la casa, rumbo a la cocina. Fernando puso el hervidor de agua para tomar una taza de café. Le ofreció una a Federico, que accedió con un movimiento de cabeza.
Se sentaron. Permanecieron en silencio algunos minutos, bebiendo a sorbos el café.
-Está bien- dijo Federico, finalmente.-Supongo que está bien todo esto, después de todo.
-¡Esa es la actitud, Federico!-lo alentó su amigo, mientras le golpeaba el hombro derecho- Ya veras como todo empieza a mejorar-
-¿Qué te dijo el viejo?- preguntó
-Nada, que estaba loco, que no era viable. Pero va a cambiar de parecer. Yo sé que la empresa nunca se ha dedicado a la compra de información, pero le va a gustar. Imaginate miles de personas entregándonos su información de manera voluntaria... Nombres, numeros telefónicos, estado civil, gustos, miedos, alegrías... Toda su vida privada!!! lo que hacen los fines de semana, las personas que odian, a quienes idolatran...es un mundo entero, imagínate como podemos irrumpir ahi con estrategias publicitarias!!. Nos van a llover las ofertas, amigo mio-.
-Si, es verdad- dijo Federico, al tiempo que se acomodaba en la silla- Como nicho publicitario es tremendo, y seguramente vamos a ganar mucho dinero, pero lo que decía la carta de aquel hombre, que creo que es mi hijo, es que es justamente esta herramienta la que va a desencadenar una catastrofe. Hay información de la gente que no debería ser de domino de nadie, Fernando. Hay cosas que uno necesita guardar solamente para sí, sin que llegue a manos de terceros, me entiendes?- y apuró otro sorbo de café.
Fernando sonrió.
-Lo que haga o no haga una persona, no es de mi incumbencia. Yo solamente quiero mi pedazo de la torta, nada más.



21:23 PM
(mismo día)

El telefono alcanzó a sonar dos veces, cuando Fernando contestó.
-Don Augusto, estaba esperando su llamada, no sabe cúanto!!- dijo animadamente.
-Bien, muchacho, dejame decirte que de primeras me pareció que tu idea era absurda, pero después del informe que me mandaste, creo que lo podemos hacer- dijo Augusto al otro lado de la línea
-Por supuesto que si, don Augusto. Ya verá usted que tengo razón-
-Nunca hemos intentado desarrollar un software como este, asi que creo que empezaremos con algo pequeño, como una intranet dentro de la empresa, y veremos que ocurre...es algo precipitado, pero confiaré en ti, muchacho-
-Tenga confianza, don Augusto. Tenga confianza en mi y ya verá- le respondió Fernando Acosta.


Al otro lado de la ciudad a esa misma hora, una accidentada muchacha abría los ojos, preguntándose si el mundo todavía estaba en su lugar


(Continúa)

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