la montaña de rojo
en tu mano esconde las toallas húmedas.
Voy a caminar marcha atrás contra las nubes de invierno
a ver si traigo un poco de historia consumada.
Me asomé esta mañana sobre una sábana verde
ya sabía que tus piernas eran inalcanzables
te atreviste a viajar tan lejos como para no tomarte la palabra;
te fuiste con las luces de un autobus encendidas y tristes.
Me asomé esta mañana sobre una alfombra voladora
ya sabía que tus dedos eran largos y fríos.
En los árboles, voy a recordar los nidos abiertos
esos de los gorriones que llevaste dentro de tu cartera.
las teclas gastadas de tu maquinaria cristalizada
parecen rebotar contra los ventanales de unas memorias más jóvenes.
Hay un par de manos encontradas, haciendo un saludo marcial
y tu
tu aspiradora de juguete está brillando
la perla del cerro norte.
Me asomaré mañana también, con la montaña encima
está marcado el camino aún rojo
de las canciones buenas, del ritmo suave.
Llevaré un poco de sueños a cuestas, para amenizar.
sábado, 29 de diciembre de 2012
viernes, 30 de noviembre de 2012
La madrugada de un sábado con sed.
Debería saberlo desde el principio
pero no puedo adivinar lo que en colores vivos entona tu sombra
hace tiempo que no tengo el colchón blando
ya se me escapan los pelos debajo de la almohada
y están rebotando las postales de París en mi techo de cartón.
Tengo sed de un tinto tibio.
con un chorro de coca cola para sentirme un poco menos viejo
mi espalda me pide un pasto de plaza húmedo.
ya quisiera mis zapatillas con la gravilla que se hacía humo debajo de columpio.
Quisiera verte la cara cuando te acuerdas de los sábados
y las madrugadas apretada contra la ventana de la 104
con el papel del chocopanda entremedio de los dedos
y tu voz retumbando en mis orejas ebrias de malas piscolas.
escucho
puta la wea
que sigo escuchando los estertores de tus labios
ya no quiero oírte
porque no me queda ni una gota de vino.
pero no puedo adivinar lo que en colores vivos entona tu sombra
hace tiempo que no tengo el colchón blando
ya se me escapan los pelos debajo de la almohada
y están rebotando las postales de París en mi techo de cartón.
Tengo sed de un tinto tibio.
con un chorro de coca cola para sentirme un poco menos viejo
mi espalda me pide un pasto de plaza húmedo.
ya quisiera mis zapatillas con la gravilla que se hacía humo debajo de columpio.
Quisiera verte la cara cuando te acuerdas de los sábados
y las madrugadas apretada contra la ventana de la 104
con el papel del chocopanda entremedio de los dedos
y tu voz retumbando en mis orejas ebrias de malas piscolas.
escucho
puta la wea
que sigo escuchando los estertores de tus labios
ya no quiero oírte
porque no me queda ni una gota de vino.
sábado, 24 de noviembre de 2012
TER ca
Terca
terca
yo caminaré sobre las aguas frescas, escupiendo el miedo
no quedan algunos cartones
se llenaron las copas de los árboles
y no existen rebotes. Ni rebotes, ni partidos.
Existe un bosque en medio de tu cabello
yo tengo la moto sierra andando por si te pillo de frente
existen guantes de goma rígida para afirmarme contra la vida
y las tormentas solares
que arrasan con las buenas intenciones.
voy a comprar un paquete de velas blancas
para las noches de oscuridad auspiciadas por el gobierno.
Creo que un martillo también para clavarme en tus paredes.
voy a machetear las monedas de una educación nueva
poner sobre la mesa
poner sobre la masa.
voy a enturbiar las aguas cristalinas del río mapocho
con los insultos de la derecha renovada
te juro
que vas a lograr pasar bajo las cortinas, tienes los dedos crespos
acaso?
jueves, 26 de abril de 2012
El día anterior
los presagios vienen de la mano del dolor de guata
eso me decia mi abuela cuando tejía sus calcetas
y no le puse atención por ser lolo
por sentirme fuera del ciclo de la vida
y ese dia miraba entonces mis manos
el dolor inminente, en la comisura de mis labios
que me dibujaba con el temor de una noche en vela
tus colores pintados detrás de una cortina de frío
que ni siquiera quisiste que arropara tus preocupaciones, no, ya no.
Tal vez debería haber encendido el fogón, vieja.
tal vez el humo me hubiese hecho más irreal.
eso me decia mi abuela cuando tejía sus calcetas
y no le puse atención por ser lolo
por sentirme fuera del ciclo de la vida
y ese dia miraba entonces mis manos
el dolor inminente, en la comisura de mis labios
que me dibujaba con el temor de una noche en vela
tus colores pintados detrás de una cortina de frío
que ni siquiera quisiste que arropara tus preocupaciones, no, ya no.
Tal vez debería haber encendido el fogón, vieja.
tal vez el humo me hubiese hecho más irreal.
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