sábado, 10 de agosto de 2013

09:24 AM

que no haya entonces,
un velo puesto sobre mi mirada al amanecer;

no quiero perderme un ápice del brillo
que desborda del contorno de tu cintura.

Que no existan, entonces
las murallas de el desosiego paradas frente a mi
que ya perfila  en mi mundo un nuevo aire,
yo respiro (vivo) ahora con el movimiento de mis ilusiones
ya creo haber escapado una vez del miedo
ya no tengo esa sensación atrapada en el nudo de la garganta

que no existan
los segundos de un reloj traicionero
que yo me pierdo entonces en el (des) tiempo
en esos andares apresurados que se han entretenido entre el polvo matutino
esos andares
atrapados en el alto de esa habitación blanca
ya no hay porque volver a correr

la luz que entra por esas cortinas de ciudad antigua
se dedica a moverse a través del color de tu tibia piel
esta mañana debe durar una eternidad porque ya no tengo idea
de lo que sucede en el mundo
hemos creado entonces, hemos creado ese lugar alterno
tu respiras y yo suspiro

que no existan entonces
más palabras entre nosotros, yo
te voy a despertar, te voy a despertar
con un silencio copado de amor.


domingo, 19 de mayo de 2013

una postal del puerto.

Estaba la puerta cerrada,
rebotaba la luz y el color de una nube lejana
sobre el sombrero pardo de lado y redondo
en su canto de boca amplia
que sonreía, que sonreía
el puerto bramaba los barcos de marea baja.

En la puerta juntaban aquellas pelusas del tiempo
los marineros alegres
las carreras de caballos flacos
una nueva brisa desde el Cerro Alegre
las canciones resonando en los parlantes de una memoria casi vacía.

Estaba la ventana abierta, las cortinas
el viento siempre intentando llegar
sus manos estaban tibias, el sombrero seguía cantando
las voces del Cerro Cárcel, entrando a tomar once
que seguían en el corazón de los artistas de cada esquina;


cada vez que cierro los ojos
una gaviota me despierta en silencio.