la montaña de rojo
en tu mano esconde las toallas húmedas.
Voy a caminar marcha atrás contra las nubes de invierno
a ver si traigo un poco de historia consumada.
Me asomé esta mañana sobre una sábana verde
ya sabía que tus piernas eran inalcanzables
te atreviste a viajar tan lejos como para no tomarte la palabra;
te fuiste con las luces de un autobus encendidas y tristes.
Me asomé esta mañana sobre una alfombra voladora
ya sabía que tus dedos eran largos y fríos.
En los árboles, voy a recordar los nidos abiertos
esos de los gorriones que llevaste dentro de tu cartera.
las teclas gastadas de tu maquinaria cristalizada
parecen rebotar contra los ventanales de unas memorias más jóvenes.
Hay un par de manos encontradas, haciendo un saludo marcial
y tu
tu aspiradora de juguete está brillando
la perla del cerro norte.
Me asomaré mañana también, con la montaña encima
está marcado el camino aún rojo
de las canciones buenas, del ritmo suave.
Llevaré un poco de sueños a cuestas, para amenizar.